Alberto Pedro Calderón

Nacio en Mendoza, Argentina.
Su afición especial por las matemáticas se despertó en la escuela a sus doce años. Como le gustaba contar, uno de sus profesores decidió en cierta ocasión perdonarle un castigo que le había impuesto si es que conseguía resolver un problema de geometría:
«El problema me sedujo y despertó en mí una avidez por resolver más y más problemas semejantes. Este pequeño incidente puso claramente de manifiesto cuál era mi vocación y tuvo una influencia decisiva en mi vida«.
A comienzos de los años 50 Antoni Zygmund, una figura ya consagrada del análisis de Fourier, se encontraba dando un curso en la Universidad de Buenos Aires. Calderón, que había leído ya los enunciados de los teoremas del famoso tratado de Zygmund sobre series trigonométricas y, como de costumbre, se había construido su propia historia de muchos de ellos, asistía con interés al curso.
Al observar los difíciles equilibrios de Zygmund para demostrar uno de los delicados resultados de su propio libro se llenó de asombro:
«Profesor, la demostración que usted nos ha presentado hoy es distinta, y mucho más complicada, que la que aparece en su libro«.
El asombrado fue entonces el propio Zygmund:
«¿Cómo dice? La demostración que he presentado es exactamente la de mi libro. ¿Ve usted algún camino más fácil?«
Y entonces Calderón le presentó su propia historia del teorema, la que él creía que era la del libro, un atajo en el que nadie había pensado antes y que abría veredas nuevas en el tema. Zygmund, que tenía un magnífico olfato para detectar al buen matemático, se empeñó desde aquel momento en llevarse a Calderón a Chicago. A partir de entonces el binomio Calderón-Zygmund se ha convertido en algo tan famoso y conocido en el mundo matemático contemporáneo como pueden serlo los pares Astaire-Rogers, Tracy-Hepburn o Laurel-Hardy en el mundo del cine.

Esto es parte de una biografia en homenaje al Dr Calderon, realizada por el Dr Miguel De Guzman.

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